miércoles, septiembre 12, 2012

Dear New York Summer: I'm really going to miss you

 
El aire cambió esta semana en Nueva York. El otoño ha entrado a la ciudad en un absoluto abuso de confianza. Y la verdad es que no estoy lista para dejar ir el verano. No se... Es sabido que no me gusta el calor y Dios sabe que esta ciudad encuentra su punto menos glamoroso a finales de julio, donde los olores y los sudores y las humedades de todo (de todos) se concentran en un caldo asqueroso que uno debe aprender a ignorar para fingir un poco de dignidad (aunque uno llegue empapado a la oficina todos los días, junto con todos los demás). Pero vivir un verano en Nueva York es de esas cosas que pasan sólo cuando uno ha sido muy bueno en otra vida y le llega una recompensa inesperada. El verano aquí es fantástico y divertido y se aprenden muchas cosas, y todo pasa lentamente (como si las ideas y los sucesos viajaran suspendidos en el densísimo aire caliente que inunda la ciudad). Vivir un verano en Nueva York es sumergirse en una tina de prosecco y no salir hasta que se haya quedado sin burbujas. Y la gente bebe a toda hora y hay conciertos en el parque y se puede bailar salsa al aire libre y hay helados de mango lassi en la esquina de 40 y Park y raspados de jamaica al lado del restaurán de las arepas. Y se camina a todos lados porque esperar el metro es demasiada tortura.
 
Pero, si hay algo que es claro en Nueva York (y, creanme, no muchas cosas lo son) son las estaciones del año. Esta ciudad tiene los ciclos más definidos que puedo imaginar. Con cada cambio de temperatura pasan cosas específicas: comidas en especial, eventos que marcan la temporada, tareas qué realizar. Y cada vez que el aire se renueva también lo hace la ciudad. El verano es, sin duda, tiempo de renovación y, con ello, tiempo de despedidas. Desde que el destino me trajo a estas tierras, me ha tocado despedirme de gente entrañable justo en estos días, cuando el aire comienza a cambiar. Y también me ha tocado recibir nuevas adiciones, promesas y sonrisas nerviosas que vienen buscando, como yo lo hice, otra cosa.
 
Y este debió haber sido mi último verano en Nueva York. Lo único que yo quería, para poder irme en paz, era pasar un verano más aquí. Y se me partió el corazón en cachitos cuando no encontré cómo. Pero al final las cosas se acomodaron, y sigo aquí y firmé un contrato para un departamento (que, francamente, no puedo pagar) por un año y hasta el próximo verano. Y encontré muchas razones para quedarme (pero esas se las platico en otra ocasión). Y ahora viene el otoño, con su aire fresco y sus polvos dorados y la promesa de un buen whisky y el retorno del vino tinto. Y (pasado mi penoso episodio de 50 Shades) casi termino con A Sport, A Pastime y no puedo esperar a empezar con This is How You Loose Her. Y no creo estar lista para dejar ir el verano, pero es que el otoño en Nueva York es lo más bonito del mundo.
 
Y para redimir el espantoso abandono en el que tengo este espacio, les dejo tres lindas, lindas rolitas de discos que salen ahora que empieza el otoño. Sólo pa terminar de emocionarnos por el cambio de aigre.
 
Madness, Muse, The 2nd Law
 
 
Angels, The XX, Coexist
 
 
 
Who, David Byrne & St. Vincent, Love This Giant
 
 

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