lunes, julio 30, 2012

Home


Me llegó un mensaje mientras dormía. "Good morning! Any news when you're coming back??". Veo el reloj y refunfuño. Son las 8am y estoy de vacaciones; definitivamente no me parece ser cuestionada a tan insalubres horas de la mañana de lunes. Recuerdo que allá es una hora mas tarde y respondo: "no creo que me digan nada antes del 1º... por?". Diez minutos después recibo un corto pero cálido "just curious. I want you home." Sonrío y pienso "yo también te quiero ver". Algo en la frase me queda rebotando en la cabeza: home.  Sé que se refiere a Nueva York. Es raro porque estoy en México, en casa, y por el último mes he estado rodeada de lo y los que más quiero en este mundo... casi. Los gringos dicen que el hogar se encuentra donde está el corazón. Y pues la definición no me ayuda mucho. En todo caso, me siento como Anahí y sus dos hogares. 

Muchas cosas pasaron entre mi última visita y este verano: me gradué, me mudé, me enamoré. Yo debería estar ya de regreso y, sin embargo, estoy en México sólo de visita. Y, a diferencia de las visitas anteriores, algo no me deja estar completamente tranquila: una parte de mí quisiera estar en mi País de las Maravillas, disfrutando del verano neoyorkino. Nunca antes me había sentido desarraigada en mi propia ciudad. El DF siempre ha sido mi burbuja, donde más a gusto y en casa me siento. Sigo amando esta ciudad, sigue siendo parte fundamental de mí, pero ahora, estando aquí, algo me falta. Me falta Nueva York y me faltan mis amigos y me falta él.

Y se que, en cuanto llegue a mi nuevo y desordenado departamento en Manhattan, voy a empezar a extrañar a los Señores Nenito y a mis amigos y a la Ciudad de México. Las tortillas allá no saben igual, ni se encuentran taquerías abiertas de madrugada. Allá mi mejor amiga no vive a unos metros de distancia ni puedo ir al cine con mi marido todos los fines de semana. Allá no puedo desayunar con Don Nenito, ni me toca el honor de darle las buenas noches con un beso. En Nueva York no me puedo dar el lujo de chismear con mi madre mientras terminamos el café de la mañana, ni puedo ver la tele con el perro Gober. 

No puedo evitar preguntarme si así me sentiré en unos años, con una parte del corazón en México y la otra en Nueva York. Y también me pregunto si todo esto tiene nombre y apellido (y una afiliación partidista muy cuestionable). Será que todo es su culpa? Será que, si decidimos tomar caminos distintos, esta urgencia que tengo de despertar en el Upper East Side se evaporará? Y es que estaba preparada para extrañar a Nueva York este verano, cuando todo hubiera terminado. No estaba preparada para vivir, otro año más, con el corazón dividido. 

No hay comentarios: