sábado, agosto 13, 2011

Llamadas de otros mundos


Veo el número y se que eres tú. Probablemente me llamas desde casa, tu nombre no aparece en el identificador. Se que eres tú porque me has dicho que necesitas (del verbo ocupar) hablar conmigo. Mi corazón da un pequeño salto... contesto. Tu acento es exactamente como lo recordaba: perfecto. Quería un nativo del País de las Maravillas, paseé por el mundo buscando un nativo del lugar donde vivo. Y ahora mi teléfono suena y hablamos de Grand Central. Igual se que el gusto no durará mucho. Nada puede salir bien de esta cosa que estamos haciendo, de comenzar un idilio pocas horas antes de separarnos. 

No se qué va a pasar cuando me vuelva a Wonderland. No se si todo acabará en una noche... me he convencido de que así será. Me he convencido de que iremos a Louis a beber Glenmorangie y me besarás al verme (como me has advertido) y hablaremos y terminaremos en mi casa, tratando de no hacer demasiado ruido. Y me abrazarás hasta quedarme dormida, a pesar de que te he dicho que no soporto esos comportamientos. Y luego te irás. Y yo agregaré Nueva York (como nacionalidad) a los sellos del pasaporte.

O tal vez no... tal vez me acostumbraré a que me abracen por las noches. Y me acostumbraré a tus ideas de izquierda y a tu pelo largo y me despediré de mi propósito de dejar de fumar. Y pasaré las semanas yendo y viniendo de Grand Central hasta que deje de hacer calor y podamos usar mi casa. Y te prestaré libros en español y te diré que te entiendo, aunque no tenga idea de qué quieras decir (porque eso que tu hablas no es español). Y te obligaré a ayudarme a practicar mi francés.

En realidad no lo se y poco importa. En este momento sólo tengo la certeza de que extrañaré tus mensajes cuando te vayas a España y no puedas usar tu teléfono. También se que me has curado un poco, aun ahora, que apenas te conozco. Me has vuelto las calles del sur un poco borrosas, sólo lo indispensable para sentirme cómoda otra vez. Y me sienta bien despertar a tu mensaje de buenos días. Me sientan bien nuestras charlas, me despiertan la imaginación. Me sienta bien hablar contigo y que me digas cosas lindas y me regañes. Yo no se mañana, pero creo que por ahora esas llamadas foráneas me sientan bien. 

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