He estado viendo Mad Men. La verdad es que fuera de las ganas absolutas que me dan de usar labial y faldas amplias y beber y fumar todo el día y fornicar con hombres casados (y de traje), la serie no me encanta. Algo le falta a la historia... más sexo, será? El punto es que en el capítulo que vi hoy esta chica (guapa, judía, pudiente) le dice a su hermana: "sometimes things come, good things, there's no future in them". Me hizo sentido. Me recordó que me he vuelto un poco cínica.
La verdad es que ya no creo en el happily ever after (alguna vez lo creí?). Ni siquiera me llama la atención la fantasía de hacerme viejita junto a un tipo. Esto no es nuevo. La novedad es que ahora la fugacidad me pesa también. Entrar a un algo sabiendo que terminará (pronto) y que dejará este huequito. Y es que cuando uno encuentra a una persona que le parece bien, que despierta deseo, que conecta en algún sentido, compartir cachos de vida viene natural. Y luego esos pedacitos, en cierto sentido se van en las maletas cuando esa persona parte.
Platicando con mi guapo y hipster latinoamericano de confianza el otro día caí en cuenta. No soy sólo yo la que acostumbra compartir los bocados favoritos con el objeto del afecto (o del deseo, es casi lo mismo). Él también, después de un tórrido romance destinado al fracaso terminó evadiendo ciertas calles de Manhattan, cambiándole a ciertas canciones del iPod y dejando de comer en ciertos restaurantes. Y yo tuve que agarrarme la matriz entera y usar todas las técnicas aprendidas en años de terapia para no permitir que un corazón roto me dejara también desprovista de mis cosas favoritas.
Mi punto es que aprender a compartir en la justa medida es un arte. Arte que aún no domino pero ahora me queda claro sería de gran utilidad. Aprender a no compartir las cosas favoritas, a no asociar demasiados sabores, olores y sonidos. A que un lugar es un lugar y un recuerdo es un recuerdo (y no necesariamente deberían asociarse)... Igual y aprender a navegar sin mojarse sea un tanto mejor que negarse a salir a la mar. Porque a veces cosas vienen, buenas cosas, sólo que no hay futuro en ellas.
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