viernes, agosto 06, 2010

De rosa se vestirá la tarde





Hoy la tarde tendrá una dulzura efervescente. La viuda vendrá, ataviada en rosado, a acompañar el último viernes. No quiero pensar: quiero que las burbujas dancen en mi cabeza y se lleven, aunque sea por un momento, la única pregunta que me acompaña estos días: qué carajos será de mí, sin tí.

Hoy la tarde se vestirá de rosado transparente y fresco. Oleré a Lola, me pondré tacones altos y el atuendo en el que te parezco guapa. Tal vez tu huelas a la noche del hombre y te brillen esos ojos negrísimos que tanto me gustan. Tal vez te portes cariñoso (en un intento inequívoco por hacerme saber que me extrañarás un poquito) . Tal vez me beses la espalda.

Cuando la tarde pierda su resplandor femenino y las burbujas hayan dejado de flotar en nuestros paladares, dejaremos el diccionario con nuestro idioma debajo del colchón (por si algún día nos volvemos a encontrar), te daré la llave al Diario Finito y me guardaré lo que no te he dicho ya en la maleta. Cuando el rosado deje de cubrir el cielo será tiempo de dejar estos viernes de tortuoso paraíso, de música y libros y sudor.

De rosa se vestirá esta tarde y sólo puedo desear que los besos fluyan y las palabras se contengan. He dejado las verdades y las lágrimas en casa. Hoy no es día para grises. Hoy es como para burbujas rosadas y mentiras dulces, deliciosas.

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