lunes, agosto 30, 2010

De Portlandia y otros meollos

La estatua de la santa patrona de Vancouver bis

No traigo voz y he tosido un par de veces. Más me vale no enfermarme por una lista interminable de razones: enfermarse es cero sexy, cero chic; el calor está en el límite de lo que considero soportable; las clases comenzarán pronto y me la estoy pasando re-bien. Y mi garganta tiene todo el derecho de protestar: entre la santa mojada que nos dieron en el "paseo" en bote por el río en Portland, los bares que ponen no sólo la música si no el a/c al máximo (entonces uno grita para platicar y se ve obligado a hacerlo bajo el chiflón), las caminatas a deshoras por el barrio para regresar a casa (nada de "no me bajo el sweater, total el valet me trae rápido el coche") y los tragos en el rooftop-piso 28 de algún elegante edificio de la quinta avenida (si, frente al Empire State y con la belleza del Chrysler justo al lado). Y con tanta actividad profunda y con mensaje no he tenido tiempo para armarme de vitaminas y antinflamatorios, ergo temo por mi vida.

En la orientación de Fulbright en Portland me quedaron claras varias cosas:
  1. No tengo seguro médico. Me tendrían que atropellar o algo así para que aplique el plan que incluye la beca, ergo temo por mi vida.
  2. Portland es Canadá. Están a dos de cambiar el tamaño de su papel, de tamaño carta a A4. Básicamente son hipsters amables y felices y tan confundidos que ya ni siquiera son hipsters. Hippies modernos, tal vez. Su "patrona" (a quien nuestra muy alternativa guía osó referirse como "the city mascot") se llama Portlandia. Si, Port-land-ia. No tengo idea cómo lograron hacer eso con un dejo de éxito.
  3. Los "fulbrighters" de todo el mundo se visten  bien, escuchan buena música y les gusta la fiesta. No es cosa de inteligencia, creo que la clave del éxito de todos los que estábamos ahí fue caerle bien al panel de selección y cierta habilidad para fingir que uno sabe qué quiere hacer con su vida. Y entonces te dan lana para ir y caerle bien a más gente y aprender nuevas formas de seguir fingiendo. Está padre.
  4. Hubo, sin embargo, personajes notables: un paquistaní que habla siete idiomas, un alemán que habla cinco (incluyendo chino) y un austriaco que ha vivido en seis países. Una chica de Sudáfrica que estudia psicología y canta Life is a Cabaret como la mismísima Liza y un español tan guapo que debería estar prohibido que saliera vestido a la calle. Como que sentí que me faltaron más dinámicas de integración con ese Dios ojiazul.
  5. En este proceso hubo mucha exageración de mi parte. Nos quedó claro a todos que me despedí como por 18 meses seguidos. Lo que no me queda claro es cuál propasación de mi parte fue mayor: las cinco piezas de equipaje, la necedad de meter una cama matrimonial a mi cuartito de 2x2, la necedad de Don Nenito de traerse la impresora o mi estrés de venir como 3 meses antes a buscar casa. En cualquier caso, me disculpo por las inconveniencias causadas.

Y entre tanta revelación mi iPhone tuvo a bien morirse (bueno, no se ha muerto, estña en un coma inducido). Y debo aceptar que ya me hacía falta un de-tox de mi aparatito. Acepto, también, que no la he pasado nada mal sin él: por lo menos ya no mando mensajes semi-ebrios de media noche ni tuiteo toda la fiesta en lugar de coquetear con el de la entrada y bailar con el colombiano. Lo malo es que sin iPhone (y sin sus útiles mapitas, guía del metro, google, citysearch.com), la posibilidad de que me pierda en la ciudad y nunca encuentre el camino de regreso aumenta muchísimo. Temo por mi vida y mi precaria puntualidad.

Y bueno, ahora me toca asistir a cuanta "orientación" e "integración" quepa en cinco días. Espero seguir encontrando Dioses ojiazules (o mejor verdes) que me motiven a prestar atención; espero parecer semihumana en la foto de la credencial de estudiante (o mejor dicho, la credencial de des-cuen-tos) y espero también encontrar la mitad de todos los lugares a los que tengo que ir a reportarme sin la bendición del 3G. Y, si Diosito quiere, espero no encontrar en mi camino ni una gelatteria, ni un Sephora y si un chico rico, casadero y con mucho dinero.

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