martes, julio 27, 2010

Mudanzas: Hoy voy a empacar

Hace unos días leí por ahí un twitt que me transportó al futuro cercano. Se leía algo como "Auxilio! Escucho un disco viejo de Maná mientras intento meter mi vida en dos maletas". Ciertamente el primer paso para superar la crisis era quitar el disco... pero más alla, me hizo pensar que yo también debo meter mi vida en unas cuantas maletas (no fingiré: los señores Nenito han puesto de su parte para que me pueda llevar mas de dos). Para combatir el ataque de pánico que siempre me viene ante los plazos fatales, usé mi infalible técnica anti-estrés: hacer listas.

Siendo radicales, bien podría sobrevivir con cuatro cambios de ropa, unas chanclas, un perfume y una liga para el pelo (y una American Express, claro está). Siendo realistas, voy a intentar empacar todo lo que se pueda: algo de verano, algo de invierno, algo cómodo, algo bonito. Una pijama, mi Macbook, mi iPod (con sus 8600 canciones), mi cepillo de dientes, las perlas de mi madre, los Louboutin y las Gucci. También me he de llevar dos aleteos de las pestañas de ..., un par de bolsitas con su voz y medio frasquito de su perfume. Debo empacar el costurero de mi marido, los moldes de sus sueños y cuatro libros de diseño, tres novelas recomendadas y seis canciones que si me gustaron. Incontables te quiero y un ciento de creo en tí, como creo en mí misma. Haciendo un esfuerzo, tal vez quepa el kit lujuria.

Tendré que doblar en algún momento (con todo cuidado, para que quepan todas) las noches de juerga con mi mejor amiga, las crisis familiares que me ayudó a pasar, las lágrimas que nunca me vio derramar y que de todos modos me secó con mezcla porquería. También me llevo los años de la prepa y un medio muégano bien envuelto, acompañado de 40 fiestas de cumpleaños (cuatro por cada año de conocernos), diez cenas navideñas e incontables consejos envinados. Me llevo triples piruetas y muchos amigos y un maestro que me enseñó a bajar los hombros y caminar sin mirar al suelo. Un maestro que se volvió un amigo y un amigo que se volvió mi familia. Me llevo a una familia que me hará venir pronto a beber mezcal y con la que he compartido más de un par de copas de vino.

Deberé empacar también cuatro años entre cafés dobles y lecturas triples y buenas amigas que fueron y vinieron y ahora, tal vez, entenderé mejor. Envuelto en papel de china me llevo dos primeros besos; no deben ocupar mucho espacio: ambos fueron con la misma persona. No se dónde meteré todas las fotos de los viajes que Salo y yo hicimos, viajes trasatlánticos, musicales y culinarios. No se dónde, pero en mi casa siempre habrá lugar para ello pues él me acompañó a encontrar dónde dormir. También me llevo un cuaderno con las memorias de un primo que aprendí a querer como mío.Me llevo una parvada de chachalacas y su domador y los días y meses felices en su compañía. Un puñado de risas nostálgicas, tal vez, protejan la foto de mi abuela materna y el bigote de mi abuelo paterno.

También debo guardar lugar para las noches en los brazos de Don C, unas 200 vueltas en su cama, 400 canciones que tuve a bien robarle, 1500 hora atrapada entre Lomas Verdes y la vida, 30 conciertos y como 800 correcciones sobre la pronunciación de Dvořák. En un frasquito chiquitito tal vez me alcance a llevar las lágrimas que le lloré y la pócima mágica que me hizo un día despertar sin dolor. En una libreta tal vez quepan las 300 cartas que ... y yo nos hemos escrito, los cientos de mensajes, varios miles de palabras perdidas en la noche. No debo olvidar el listón color magenta con dos llaves amarradas: la llave al diario finito y la llave a lo más blandito de mi alma, que perdí cuando vino el tiempo de los asesinos y que recientemente me han devuelto.

Me llevo la sonrisa de Don Nenito guardada en un USB, los ojos de mi madre (que todo lo ven) en una corona de porcelana y la adicción televisiva del Gober. Me llevo los últimos 15 meses envueltos en clases de francés, besos y llamadas de media noche, fiestas interminables, largas comidas, hojas de novelas y notas musicales. Esos me los llevo en la maleta de mano pues no se me pueden perder.

... lo demás lo dejo encargado. Las promesas, las lágrimas de despedida y la mitad de mi ropero me lo pueden llevar cuando me vayan a visitar.

4 comentarios:

Il primi dijo...

Mi queridísima prima putativa se que este blog evolucionara en este nuevo viaje que emprendes, ya quiero que generes experiencias sobre tacones que se vuelvan memorias, solo no te olvides que nos vemos en año nuevo porque me lanzo pa estar en la quinta avenida

Anónimo dijo...

Con cada viaje y mudanza verás que las maletas-maletas se hacen más ligeras...y que aunque se acumulen miles de recuerdos más, todos se renuevan de frescura, se entrelazan para no olvidarse nunca y mantenerte firme, con los pies en la tierra.
Te esperan nuevos cafés (más jocosos y chic) y unas 'cuantas' nuevas lecturas, pero cuando parezca que has ingerido demasiada cafeína y las letras parezcan bailar, no olvides que estás a un "skypeazo" de todos esos recuerdos, y a una llamada/un vuelo corto de tu amiga en el pueblo vaquero (pero creo que mejor yo voy a NY jeje) ;)

-s

Unknown dijo...

ahhh te va a ir muy muy muy bien...te faltan millones de aventuras por pasar y me va a encantar leerlas por aqui... pero antes nos hace falta una comida de viernes para que sea el inicio de muchas más por venir...en NY o en donde sea!
te mando un beso!!!!

Marination dijo...

Pero empaquelas bien mija!!! Se dice fácil pero nooo, develadas, tragos, kilos, miradas, belugas, carcajadas, etc... Ah!!! esta cañón!!! Todo esta en la mente.. ay ajáaa!!! Te voy a extrañar reti harto canija... Pero sé que nos encontraremos muy muy pronto... Sé que te irá de lujo y que encontrarás lo que andas buscando... acuérdate el que busca encuentra jaja


Besooo