jueves, octubre 08, 2009

Historias de motel

Hay algo fascinante en los moteles. Es esa combinación entre lo que está innegablemente “mal” y lo que se siente innegablemente bien. Es lo sórdido y el terciopelo. Es el juego y lo real. Es ese breve espacio temporal contenido en 4 paredes y un techo de espejo donde todo es posible (recordemos el episodio del Hotel Roma con Fabiruchis y su violento amante). Al pensar en moteles se recuerdan escenas de Hitchcock, escenas de muerte, de lágrimas, de escape.

L
os cuartos con garage ofrecen mucho más que un espacio para tener sexo. Sin embargo, el dejo de kinkyness es ineludible. Sea la visita prohibida o más bien conveniente, la mística del boudoir está siempre presente: la cama en penumbras, las bañeras ubicadas a la vista, los compartimientos para la entrega de comida, los aromas a viejo y a nuevo, a todo y a nada. Todo invita a fornicar (física, emocional o intelectualmente).

P
oca gente conserva su virginidad motelera. Todos hemos visitado uno de estos lugares, por lo menos, un par de veces. Parejas de adolecentes en busca de un espacio más privado que el auto, el jefe y la secretaria que aprovechan de buena manera la hora comer, los que buscan no más que una noche de autosatisfacción compartida… los usuarios cotidianos y esporádicos de la industria de la prostitución.

P
ero,de todos, el que más me fascina es el uso que le dan los amantes. De los amantes regulares: las parejas que se forman de dos personas con respectivas parejas, que deciden coincidir voluntariamente en un lugar por algunas horas. Cierto. Los moteles están hechos ex profeso para tener sexo. Sexo rápido y sin complicaciones (algunos todavía cobran por hora, o por “el rato”). Sin embargo, me gusta pensar que los amantes utilizan los cuartos de los moteles como piélago social.

Para algunos, un cuarto de motel puede ser un escape. La puerta a un universo paralelo donde todo se mueve más lento y mejor, donde todo fluye. Una pausa recurrente en la complicidad para charlar, fumar y compartir un par de copas de vino. Lo demás puede hacerse en otros lados. Para algunos, un cuarto de motel puede ser un escape. La puerta a un universo paralelo donde todo se mueve más lento y mejor, donde todo fluye. Una pausa recurrente en la complicidad para charlar, fumar y compartir un par de copas de vino. Lo demás puede hacerse en otros lados.

Inspirado en este genial sito (gracias, maridi): http://guiahoteldepaso.blogspot.com/

Mis canciones de motel:

Shelter, The XX (The XX, EUA, 2009)
And then You Kissed Me II, The Cardigans (Super Extra Gravity, EUA, 2005)
Closer, Kings of Leon (Only by the Night, EUA, 2009)

2 comentarios:

sjleyg dijo...

Oops! I'm one of the outliers! Pero me has metido ideas a la cabeza que considerare...ese xel-ha camino a la casa del ricky-ran tenia una promocion de la silla feliz o no se que jajajaj

Claudia EGB dijo...

Ya lo dijo Sabina, "Hotel dulce hotel/hogar, trist, hogar."