De todos, él ha sido el mejor amante. Meses y meses he pasado tratando de encontrar las razones objetivas y técnicas de esta innegable certeza. Con verdadero espíritu científico he pasado horas en su cama buscando respuestas, tomando notas, examinando causas y efectos. De tan ardua tarea investigativa desarrollé algunas hipótesis:
- Los sentimientos. Cierto. Al tercer día de conocernos, el connard decidió tomar mi corazón de rehén. Un año después, las negociaciones para su liberación avanzan, pero sin completo éxito. Al final, lo único que me queda claro que no es lo mismo fornicar que revolcarse un charco de emociones.
- El tamaño. Una y mil veces: el tamaño importa y muchísimo. Pero en mi caso funciona casi a la inversa. Lo que él carga bajo su centro de gravedad no asemeja a mis stilettos de 14 cm. Y no podría ser yo más feliz. Su brevedad me regala horas de indolora dicha. ¿Será verdad que los miembros pequeños copulan con más esmero?
- La técnica. Alguna vez me dijo (como respuesta a mis alabanzas) que a los 35, o ya se ha aprendido o ya se ha dejado por la paz. Y si, el señor ha tenido a bien mostrarme varios y placenteros trucos (el multiorgasmo, probablemente, ha sido el más célebre). Eso, y sus ideas sobre el control mental y su reciente interés por el tantra que generalmente consiguen agotarme antes que aburrirme.
- La confianza. Nada de apagar la luz, buscar posiciones favorecedoras (y poco prácticas), y ofuscarse cuando el sudor corre por la espalda. Con él nada me distrae. Sabe lo que me gusta, nuca tengo que pedir, o dar indicaciones. Sabe que, por más controladora que pretenda ser, al final termino rindiéndome ante sus órdenes. Sabe cuándo cómo y dónde. Un año y soy un libro abierto.
Todas hipótesis ciertas y probadas, necesarias pero no suficientes. Me había faltado un elemento que este fin de semana descubrí. Es tan sencillo y obvio que lo había pasado por alto: es un amante generoso. Ha encontrado la engorrosa fórmula para ser paciente y perseverante. Es la mejor cama por la que he pasado porque es mucho, muy generoso.
… Ahora sólo me queda investigar si, para su masculina pero complejísima mente, es una cuestión de ego o de cariño. Podría adelantar que es una combinación de ambas. Fine by me.
No hay comentarios:
Publicar un comentario