Por ahí leí que uno no sabe lo que se siente por alguien hasta que ese alguien nos hace enfadar. Pues el Republicano está enfadado conmigo y yo con él. Y es una de esas cosas que empiezan chiquitas y se van haciendo grandes. Uno de esos hilos que uno jala y termina en un hoyo que ya no se puede coser. Y pues estamos enfadados y parece que no lograremos entendernos. Será que creemos cosas distintas, será que mis ganas y sus ganas no hacen unas ganas completas. Será que él está cansado de trabajar para pagar sus lujos del Upper East Side y que yo he pasado demasiado tiempo contando calorías y quemándolas en el gimnasio.
Será lo que sea, pero me parece que empiezo a extrañar las mañanas de ojos grises. Y será lo que sea pero me he dado cuenta que siento cosas por este muchacho y me parece muy mala cosa venir a descubrirlo hasta ahora. Y será lo que sea, pero la última vez me prometí no irme a meter en donde es evidente que no me quieren. Ya salí corriendo de noche y en medio de la lluvia, sólo para descubrir que el drama estaba en mi cabeza. No más. Me han hecho enfadar y con ello he descubierto que hay algo en los ojos que cambian de color y en las tardes de Upper East Side y las mañanas de noticias conservadoras... pero no lo suficiente como para olvidarme de las promesas.
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