Me acuerdo perfecto la primera vez que lo ví. Don Primo lo había llevado a la casa para una de mis (entonces) tradicionales cenas-bacanales Chez Nenito, sans Nenito. Llegaron ya tarde, ergo nos agarraron mas bien borrachos. Venían de dejar a su novia. Lo ví y me gustó ipso facto. Se sabe que las barbas son mi debilidad. Se sabe que me gustan los ojos profundos y el aire de chico malo. Se sabe que, a veces, me gustan los niños con novia. Me gustó desde que lo ví.
Pasaron varios meses. Terminó con su novia por motivos que no recuerdo. Lo seguí viendo, de vez en cuando, cuando coincidíamos en alguna reunión. Fue al cumpleaños de Marina, aquella fiesta legendaria de los mariachis y coqueteé con él descaradamente (yo borracha y él sin novia) y lo invité a un concierto. Tenía un boleto de más, pues las cosas con Don C comenzaban a ser irreconciliables. Debí haber llevado a mi marido, pero no pude evitarlo. Me gustó desde que lo ví. Al terminar el concierto me lo llevé a mi casa.
Pocas veces he corrido con esa suerte: terminar con el chico que me gusta desde el minuto 0. En la gran mayoría de los casos no es necesario. Una conoce a un chico mono y éste hace monerías para agradarte. Digamos que el proceso de terminar con alguien en la cama es, precisamente, un proceso. A una le tiene que gustar, obviamente, cómo se ve el chico, cómo huele, cómo sabe... A mi, en lo personal, me tiene que gustar lo que dice, lo que lee y, de preferencia, la música que escucha. Pero no necesariamente tiene uno que gustar del otro instantáneamente. De hecho, creo que es raro cuando pasa así. El deseo, sin proceso de por medio, es bellísimo y fugaz. El deseo instantáneo es como un libro raro que no se encuentra en todos lados.
Pero luego uno corre con suerte y ve a un lindo chico. Y le gusta desde que se le ve. Ojos profundos, aire desenfadado, barba de algunos días. Y platica con él sobre sus proyectos y confirma que se le desea por que es guapo y por ese maldito acento. Se sabe que los acentos me ponen muy malita y me nublan el juicio un poco. Y luego uno corre con suerte y termina bailando bajo las estrellas con este chico. Bailando Un Montón de Estrellas, para ser exactos. Y hay besos frente a la lindísima fuente al Lincoln Center . Y la noche es cálida y se ha bailado y se ha bebido y se ha besado. A veces se corre con suerte.
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