jueves, abril 21, 2011

Nothing good happens after 2am


Por recomendación de mi rooms (y a falta de MadMen hasta el 2012 y de Gossip Girl y Glee y de Modern Family) he estado viendo How I Met Your Mother. La serie es buena. No excelente, pero entretiene y el protagonista le da un aire a John Cusack (yum). Lo mejor es que se desarrolla en Nueva York y tiene una serie de chistes locales à la "I speak conductor" que lo hacen a uno sentirse orgulloso. En uno de los capítulos hablan de cómo nada bueno sucede después de las dos de la mañana. Me dejó pensando... será?

Por un lado, varios de los episodios más divertidos, inesperados y maravillosos de mi vida han ocurrido cerca del amanecer. Escapadas, besos, noticias, charlas, series interminables de papelitos y Capitán Paz Paz Paz... Aventuras todas gratificantes y geniales. Momentos llenos de amigos y amores y alcohol y amantes y buena música y carreras para llegar a mi casa o mentiras para no llegar a mi casa o mentiras sobre a qué hora llegué a mi casa. Desde que llegué a mi Nueva York un poco de esas mentiras y carreras han desaparecido, pero la noche-casi mañana no ha perdido su magia. Besos con acento y tragos de sabores y pies adoloridos. La madrugada para mí es como una droga cuya adicción viene de familia. El gusto por las altas horas de la noche está impregnado en mi DNA. Las mejores ideas, las mejores frases, los mejores besos. A mí todo me viene después de las 12 de la noche.

Pero, también he tenido mis peores momentos justo antes del amanecer. Ese último trago que, se de antemano, no es buena idea. Las peores noticias, las llamadas inesperadas, los regaños, las fracturas que no terminarán de sanar. Las peores decisiones las he tomado bajo la influencia de la madrugada (como tomar el coche y lanzarme a Lomas Verdes o a Jardines de la Montaña). Las escapadas mas idiotas, las llamadas inoportunas, las palabras que nunca debí escuchar. Las palabras que nunca debí decir. Las dos de la mañana ha sido una hora tan feliz como fatal. Soy adicta. 

Y hoy, a las 3.25am, estoy exhausta y feliz. Después de más de una década de amistad las cuatro amigas (aka el Muégano) nos logramos poner de acuerdo para hacer un viaje. Miento... ellas hicieron un viaje y yo me dispuse a barrer por única ocasión en el semestre el piso de mi hogar neoyorkino para recibirlas. Hemos tenido días felices y noches fantásticas (y, claro, el Muégano no podía fallar a la tradición neoyrkina de los tragos gratis). En esta ocasión las cosas buenas han venido tanto antes como después de las 2 de la mañana. Los exámenes finales se acercan y mi País de las Maravillas ya casi huele a verano y a clases de baile y muchas horas de museos y conciertos en el Parque. Mientras tanto, disfrutaré los días y las noches que me quedan antes de que mis amigas y yo seamos obligadas a regresar a la realidad. Por que en estos días, las cosas buenas pasan antes, durante y después de las dos de la mañana.

... Y hablando de días y noches. Una buena rola

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