viernes, octubre 29, 2010

Books closing


Ayer me contaste que te mudas. Un lugar más pequeño, según entendí. Un lugar más cerca de tu padre enfermo y tu madre, que te necesita. Espero que aún tengas lugar para la orquídea que te regalé y el platito para fondue de chocolate.  

Te mudas, ayer me contaste... y, no se por qué, de pronto siento nostalgia. No sé por qué si odiaba tanto que vivieras tan lejos. No se por qué si siempre he odiado Satélite y sus alrededores (lleno de wannabies, fresi-nacos y demás especímenes indeseables). No se por qué si odiaba los viernes en La Cúspide repleta de chamaquitos pubertos. No sé por qué si detestaba tener que salir de tu casa a la 1am para llegar a la mía a tiempo gracias a las obras del Viaducto Bicentenario... No sé por qué si pasé más horas atorada en el Periférico que contigo. 

No se por qué pero, de pronto, me ha dado tristeza que te mudes y dejes Lomas Verdes y la Presa. Y no se por qué si no he puesto un pie en esa casa desde hace más de un año. Será porque me enamoré de tí el día que visité tu departamento por primera vez. Era tan lindo: blanco y negro, minimalista. Será porque me gustaste tanto más cuando vi tu impecable colección de libros (de piso a techo, acomodados por periodo histórico, por tipo y tema). O porque caí a tus pies cuando me mostraste, orgulloso, tu colección musical y tus bocinas Denon.

No sé por qué, si ya no estamos juntos, si ya no te extraño, si ya no te quiero como te quise (con todo lo que soy). Será porque en esa casa fui feliz por primera vez en una década. Porque fui tan feliz que dejé gustosa los viernes de marcha para escuchar a Mahler y a Dvorak acostada en tu cama. Porque no me han vuelto a dar besos tan dulces como los tuyos, ni he tenido mejor sexo desde que decidí dejar de verte. Será porque tus labios sabían a mezcal y tu casa olía a bosque y dormir en tus brazos me hizo muy feliz.

O será, tal vez, porque es el perfecto recordatorio de que a mi regreso ya nada será igual. Time to close some books...

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