lunes, marzo 22, 2010

Cherry Blossom Season


Los cerezos son de las cosas más bonitas que conozco. Son árboles altos y fuertes. Tienen una cierta elegancia y, cuando se plantan en hileras paralelas, sus ramas forman techos densos que pueden convertir cualquier parque en un paisaje de cuento. Pero, de todo, lo que más me gusta de los cerezos son sus flores. Cada primavera estos árboles se llenan de cientos de estrellas pequeñitas que colorean el entorno de pudorosas tonalidades de rosa.

Me gusta cómo se ven los cerezos, me gusta el color de sus flores y como, cuando es el tiempo correcto, sus ramas se convierten en nubes de fresa que flotan sobre el suelo. Pero lo que más me gusta es su fugacidad. La temporada de brotes viene con los vientos de marzo y dura aproximadamente 20 días. Esto es, las ramas de los cerezos pasan unos 340 días entretejiéndose pacientemente y cubriendo su impaciencia con un verde vivo que deja pasar sólo cantidades precisas de sol, en espera de esos 20 días de encaje rosado.

¿Será acaso que las cosas más bellas son insoportablemente breves? No lo sé. Tal vez la belleza de la brevedad está en la fuerza que requiere aceptar su corto ciclo. Tal vez está en su rareza, en su naturaleza de pequeñas dosis. O tal vez lo bello del oro es la enorme cantidad de trabajo que requiere obtener un gramo. Y es que sólo lo breve jamás será suficiente…

Restan 120 días. Aún no decido si esto me suena lo suficientemente poco como para apreciarlo. Suenan como miles de horas de espera, dos meses y algo de trabajo (y de tráfico), unas 40 peleas domésticas por mi hora de llegada y 20 semanas de preguntas y preparativos. Tal vez sea demasiado.

Restan 120 días llenos de mi familia (llenos de abrazos y besos y mimos). Tal vez no sean suficientes… no creo que 15 jueves sean suficientes para beber vino con una nueva amiga, ni habrá tiempo para una decena de sábados perfectos. Hay un viaje que planear y 4 amigas que acarrear para que los 10 años de espera valgan la pena. Debo encontrar el tema perfecto para la última fiesta y, en el ínter, debo perder una talla. Tengo 80 GB de música que limpiar y 36 pares de zapatos que empacar. Sobran cientos de hojas y trámites que llenar, miles de quesadillas que comer y cuatro cumpleaños que celebrar. No. 120 días no me serán suficientes.

Y, al final, no sé cuántas cucharadas de miel arruinan el guiso. Me restan 15 viernes, 18 berrinches e incontables reclamos (pero no los suficientes). Casi cuatro meses para macerarlo todo con naranja agria y convencerme que las conservas, una vez que abres el frasco, siempre son amargas. Un diario finito de un tercio de año, de flores y maderas. 19 semanas para envolver mi corazón en acero inoxidable y convencerme de la belleza de la brevedad. 120 días para quemar las naves.

4 comentarios:

Marination dijo...

Ni màs ni menos... SON 120... días en los que estoy segura que te tomaràs las copas de vino que debas tomarte, haràs los berrinches necesarios, en fin... serà el tiempo suficiente para vivir lo que tengas que vivir y lo que no lo guardaràs en el armario, en la caja de los recuerdos incluso, lo empacaràs en la maleta (como a mí por ejemplo) O MEJOR AÚN dejaràs que el drenaje se lo lleve y haga el esfuerzo por tí!!! asì es mi estimada 120 dìas!! DISFRÙTALOS, obvio en compañía mía jaja, y de quién consideres que puede ser parte de ese periodo de tiempo...los plazos son fatales y el tuyo triste o afortunadamente, ESTA POR VENCER...te quiero muchoooooooo...dame mielllll!!

Di dijo...

¿Segura que quieres que te de miel? En ese caso, lo grabo, vendo el video y lo uso como una beca complementaria...

Pre-order video here.

Viridiana dijo...

120 días son un plazo. Los plazos nunca me han gustado y menos aún los perentorios. Son fríos, innecesarios y cargados de adrenalina. Por eso, justamente por eso, es que son también dramáticos. Sin embargo, que sería de mi, de ti y de la vida en general sin un poco de drama, sin sentir que existe un "algo" después, sin eso que origina finalmente la esperanza? La esperanza de que el mundo se detenga por un tiempo (plazo también) y te espere a que resuelvas lo que tengas resolver y retome su movimiento rotatorio tradicional ya que lo hayas hecho, la esperanza de que los zapatos se guarden en una caja y se encuentren exactamente en el mismo estado en que los dejaste, sin rastros de abandano, sin sentimientos de vacío. Después de todo, como diría un gran escritor -mi favorito- "la esperanza, como la sal, no nutre pero da sabor al pan".
Sin embargo, sí, son 120 días, mismos en los que tendrás que hacer lo que quieras hacer y dejar inconcluso lo que se sabe, de cualquier forma no tendría conclusión.
Ya es un hecho, te vas y contigo nos robas a más de uno varias pláticas pretensiosas y profundas, algunos cuantos litros de uva fermentada, un par de cigarrillos, algunos conciertos pecaminosos en el auditorio y, en general, una buena parte de nosotros. Así que por favor, asegúrate de que lo que te corresponde de cada uno se la pase muy bien por aquellos lares.
Los zapatos reflejarán el abandono a tu regreso, pero tus pies, como sea, deben caminar.
Te quiero!

Un fulano dijo...

y por lo menos restan 4 sábados perfectos, uno por cada estación del año que veremos pasar el uno sin el otro