En estos días todo está mal. Todo mal que duermo tres horas diarias y que no he comido bien en semanas. Todo mal que me debo desmaquillar todas las noches. Todo mal que me debo maquillar todas las mañanas. Todo mal el nuevo disco de Gorillaz y la nueva rola del Dios Bosé. Todo mal que me gusten las nuevas canciones de Shakira y que Time of the Assassins no sea la canción del siglo (por el título, debería). Todo mal con la Compañía Nacional de Danza (y que aún así quiera ver El Lago de los Cisnes en Chapultepec una vez más), todo mal con Amazon que no se apura con los 70 libros que encargué. Todo mal con la administración de mi tiempo, donde me quedan tres horas para dormir, dos para mi música y como 15 minutos para leer.
Todo mal con las citas a las 8am. Todo mal cuando las cancelan. Todo mal que mi sueldo se va en conciertos y deudas pasadas y que nunca puedo escuchar BDSF completo. Todo mal que no existe en esta ciudad el transporte público eficiente y libre de arrimones. Todo mal con la propuesta de reforma política del PRI, las alianzas entre PAN y PRD y el descontento con la equidad para las minorías sexuales. Todo mal con que en Cuba, en La Habana de mi corazón, uno deba morir de hambre para hacer un statement.
Todo mal con mi biblioteca musical, todo mal. Todo mal con el Gober, que me ignora cuatro de siete días de la semana (extraño al Peter, todo mal). Todo mal con el blog que leo últimamente y que me perturba y, de pronto, me apachurra el corazón. Todo mal con la pila del iPhone y la gasolina que se van como agua. Todo mal con que los antros cierren a las 2.30 y ahora, para cumplir con mi toque de queda, deba sortear meseros, valets y borrachos desquiciados en las calles. Todo, todo mal que este mes nos hayan pagado con 7 días de anticipación (marzo va a ser un mes muuuuy largo). Todo mal que ahora me paguen por mes.
Todo mal que ahora sufro de frío en los pies y tengo la piel seca. Todo mal que mi cara haya decidido que puedo dejar de usar productos para el acné, justo ahora que debo empezar a usar productos para las arrugas. Todo mal con los labios rojos, que no se pueden usar diario. Todo mal con las bragas (y esa obligación irracional de usarlas). Todo mal con las zanahorias cocidas que se me aparecen por todos lados (por qué no pasa así con el chocolate?). Todo mal con trabajar más de 12 horas diarias y no tener tiempo ni ganas para Yoga. Todo mal con mi espalda, que duele cada vez más y no ha recibido los besos suficientes.
Todo mal con extrañar. Todo mal con extrañar cosas que pasaron hace mucho, mucho tiempo (como las cenas en la Condesa). Todo mal con extrañar al Ifait, y mi vida en el Ifait y mis amiguitos del Ifait. Todo mal con extrañar las manos cálidas, la voz calmada, las referencias literarias. Todo pésimo con extrañar el futbol en mute acompañado de los Oratorios de Haydn (pésimo!), los regaños incesantes y las lecciones de vida que nunca aplicaré. Todo mal con Don C. Todo mal.
Todo mal con mi incapacidad aritmética, mi falta total de lateralidad, todo mal con mi extrema pasguatez. Todo mal con mis padres, a los que quiero como no quiero otra cosa (si no los quisiera, no me preocuparía por cosas que no puedo controlar). Todo mal con la ventana indiscreta, que no me deja de llamar. Todo mal con Nine (no bueno, espero que no). Todo mal con Where the Wild Things Are, que seguro no veré. Todo mal con el festival de México (ya no en el Centro Histórico). Todo mal con no vivir en la Condesa para usar las eco-bicis y fingir que anda uno en Paris. Todo mal con mis domingos, que deberían servir para otras cosas.
Todo mal con el par de stilettos que no logro hallar y con la tarea que tengo de encontrar el perfume inolvidable y el tono perfecto para llevar en la boca. Todo mal con Alfa Radio, que se ha convertido en una porquería. Todo mal con mi poca habilidad para portar un atuendo hipster. Todo mal con mis amigos y sus tragedias y mi impotencia para arreglarlas. Todo mal con que me importe, aunque a veces me salga fingir lo contrario. Todo mal con mis amigos que están lejos, muy lejos, muy muy lejos. Todo mal con las ganas. Con las ganas de todo y de nada, querer y de olvidar, de la levedad de una caricia y el peso de las palabras. Todo mal.
Todo mal con mi falta de confianza, con el miedo, con la certeza. Todo mal con la paciencia y el hecho de que carezco de ella. Todo mal con las cenas que no son cenas y el irremediable antojo que tengo de Jack. Todo mal con el mezcal a deshoras y los planes de burbujas frías, perfectas, doradas. Todo mal que el viernes esté tan, tan lejos… y que el sábado (y la promesa del día perfecto) lo esté aún más. Todo mal con las ganas de que el tiempo pase rápido: si lo hace, me voy a arrepentir.
Nota: Contrariamente a lo que se pudiera pensar, estoy de excelentes ánimos. Esto es meramente un ejercicio catártico. Les recomiendo que hagan lo mismo…
4 comentarios:
Tiiiiruuuuuuu
Todo mal. No veo el momento de hacer catarsis. No tengo el momento, ni el tiempo. No me sirve hacer yoga, ni correr, ni escuchar música. Estoy un tanto desesperado.
¿Crees en maldiciones? Yo no. Nunca he visto más allá de un palmo lejos de mi nariz. Soy egoísta por naturaleza. Como tú, me gustan las cosas a mi modo porque creo que es el mejor. Soy muy terco y algo fácil y el mundo... El mundo me parece algo menor: lleno de subnormales y estúpidos que saltan de un lugar a otro y que se cruzan como animales para engendrar más animales. Todo mal con el mundo, ni modo.
Dra., de los zapatos altos, qué recomiendas para la enfermedad crónica de la intolerancia y el delirio de grandeza, qué recomiendas para un sujeto cansado, viejo y con ganas de beber té por la noche; qué recomiendas para un adicto al café, a las mujeres, a la vida disipada, a la seguridad que ofrece la incertidumbre.
Bien por tus buenos ánimos, yo me convierto en escarabajo...
En cosas menos profundas...
Nevando a 20 días de la primavera y en la oficina con aire acondicionado autocontrolado a 5°C...TODO MAAAAAAAL!!!!!!
me encantó
saludos
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