Au Revoir, Chachalaques

Tras chillotearle a mi jefe de la manera más descarada (ya saben, conato de lágrimas, cara de migraña y hambre y ojeras deliberadamente visibles por la falta de maquillaje) conseguí ganarle unas horas a la tarea que tiene copadas mis jornadas laborables. Así, pues, estas líneas que pensaba escribir con más calmita pero que se no aparecerán nunca si no lo hago ahora:

No me agradan las despedidas. Nunca he sabido decir adiós con gracia, así que siempre he preferido omitirme. No me despedí de mi sabio y añoso Peter, nunca logré despedirme de Don Carlos Arreola, ni mucho menos de todos los amigos, amantes y personajes varios que han dejado muescas en mi vida. Las razones son claras: o bien no me importa lo suficiente como para fingir una sonrisa, o bien me importa tanto que se que no lograré guardarme las lágrimas. Como tampoco se llorar con gracia, siempre he optado por omitirme.

Sin embargo, hay límites ineludibles. Como dicen por ahí: no hay fecha que no llegue ni plazo que no se cumpla. Esta semana termina uno de los periodos que más influencia han tenido en mí, en cómo soy y cómo veo la vida. Y por más que me queje de la bipolaridad clínica de JP, de su incapacidad de hacer cualquier tarea mínima por sí mismo, de la burocracia de la que no se salva este lugar… la verdad es que pocas veces he sido tan feliz. No sólo aprendí todo aquello que en 9 semestres de ciencia política omiten sobre la administración pública, la acción colectiva y la rendición de cuentas, aprendí un poco sobre mí, sobre lo que quiero hacer y en lo que NO debo caer.

Compartí mis días con un grupo de personas extraordinarias, de mente abierta y excelente gusto. Aprendí que hay más personas por el mundo que no se dejan etiquetar. Que se puede ser inteligente, y leer TVNotas, que se puede creer en la izquierda y usar stilettos y que ANTM y la ópera no están peleados. Dudo volver a tener la suerte de encontrar un empleo tan agradable. Voy a extrañar Coyoacán, a mis enoooooooooormes bases de datos y, por sobre todas las cosas, a las chachalacas.

Por otro lado, y lo que en realidad me ofusca un poco, es que esta transición es el comienzo del puente que terminará en unos 11 meses en algún lugar del gabacho (esperemos NO en la Universidad de Ronald McDonald, campus Valle Dorado). Esa es la única certeza que tengo por el momento. Lo haré con mi tiempo libre, si acaso tendré tiempo libre, cómo le haré para no gastarme mis ahorros en vino y zapatos y juguetes sexuales, eso no lo tengo tan claro. Quisiera hacer tantas cosas con lo que queda… quisiera sacarle todo el jugo al próximo año para no tener que despedirme.

Y si de disfrutar y aprender y saborear se trata empecemos, pues, con la música:

Anywhere You Looked , Au revoir, Simone (Still Night, Still Light, EUA, 2009)

Yo ya me vi en Niuyol: Estas monitas de Brooklyn hacen música para fresi-rockers fresas. Es pop indie dulce y sin pretenciones. Excelente para olvidarse de los cambios en el gabinete, de Juanito seducido dándo gracias en la Basílica y el hecho de que ahora un lago de aguas negras me separa de mi hombre.

Again & Again, The Bird and the Bee (The Bird and the Bee, EUA, 2007)

El primer disco de este grupillo es todavía más cool. Una verdadera delicia. Recomiendo esta canción por su sonido entre sexy y burlón. Si la lluvia nos impide desplazarnos a la fiesta, qué mejor que las fiestas privadas… de a dos. Con buena música, claro está.

Fuerza Natural, Gustavo Cerati (Fuerza Natural, Mexico, 2009)

El disco es notable, como era de esperar. Muy cohesivo, sin sonar todo igual. Podría decir que suena mucho más a Soda que a Ahí Vamos o Bocanada. Para mí, esta canción logra el equilibrio perfecto entre las guitarras de Juegos de Seducción y el sintetizador de Puente.