El otro día recibí otra carta de mi fantasma favorito. Me sorprendió la carta, claramente andaba enfadado. Me acuerdo que me gustaba enfadado. Se veía guapo y fumaba y bebía con esa calma que viene antes de la tormenta. Y así, enojado me decía en la carta que le gusta comunicarse conmigo, de vez en cuando, vía carta. Que la comunicación epistolar tiene esta cosa de la no-immediatez. Buena cosa, me decía. Los mensajes de texto en todos sus formatos tienden a encerrar esta solicitud implícita de respuesta inmediata. Las cartas (electrónicas o de papel) saben mejor maceradas, si las dejamos estar un poco ahí, las releemos y las respondemos a voluntad.
Y recordé que es cierto. Muchas cosas son mejor si no son inmediatas. Espero con ansias cada semana recibir la llamada de mi mejor amiga para ponernos al corriente. Si nos habláramos diario no sería lo mismo. También amo recibir cartas periódicas de Viri y encontrar un ratito de inspiración para responderlas. A todos nos gusta la expectación que lleva al viernes, al primer beso, la primera noche juntos, la carta de aceptación, la publicación del primer artículo. Hay cierta magia en la expectación y las mariposas en el estómago. Tal vez sea que las cosas fantásticas generalmente se hacen esperar.
El sábado vi a este muchacho y me volvió a llevar de paseo a otro mundo. Algo pasa con él que se me olvida el mundo un rato. Me llevó a escuchar música, lo llevé a ver ballet, compartimos un cachito de nuestros mundos, me llevó a comer tapas y lo llevé a bailar salsa. Me gusta estar con él y parece que él también disfruta mi compañía. Pero no hay nada escrito y eso es lo que más me gusta (y lo que más difícil me parece). Y es que en estos días donde estamos todos acostumbrados a recibir respuesta casi instantánea a nuestros whatsapp, gtalks y bbms, y que estamos conectados por una decena de medios, esperar días a que llegue un mensaje es todo un reto.
Y así es con él. Me hace esperar sus mensajes, me hace dudar si me invitará a salir de nuevo. A este chico no lo puedo leer del todo y me gusta. Tiene un alma vieja y se nota: se toma su tiempo, agenda con anticipación, hace planes. Eso me gusta. Me gusta que le gusten Capote y Bob Dylan y que fume y beba con desenfado. De pronto me recuerda a cierto fantasma que siempre me tuvo un tanto intrigada. También me gusta por eso. Por eso, por que me hace esperar y por esos ojos grises que no puedo leer del todo.
Música, para esperar con gusto:
3 comentarios:
Disfruta del muchachito que en este momento te hace feliz, mañana, yo no se mañana...pd. ya toca la de la semana!!!! jejeje besos
Me gusta que ese muchachito te haga feliz, déjate consentir, mañana, yo no sé mañana!!! Pd. Ya toca la de la semana jajaja!! besos
Manita!! Por estos lares no se puede escuchar tu música si esta por Spotify.
Spotify es para ti, lo que el Netflix para mi... me ando apercibiendo :P
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