lunes, noviembre 15, 2010

Notas de una boda, sin hablar de matrimonio


Algunos días han pasado desde que llegué a ¿mi casa? El aire de la ciudad de México me hace bien. Mas o menos bien que el aire neoyorquino, no lo se. He venido para constatar lo que ya había vislumbrado (de esas pequeñas certezas): todo sigue igual y,al mismo tiempo, nada es lo mismo. Estar aquí es como entrar a un pequeño limbo de cambio y costumbre. Es como probar un plato nuevo solo para descubrir que está compuesto por sabores familiares. O, tal vez, abrir una botella del vino favorito y saborear notas desconocidas.

Los amigos han seguido sus vidas. La novedad hace fácil las charlas. Mi padre es mi padre y siempre será mi padre. El Perro Gober sigue viendo la tele con extraña fascinación, aunque ahora ha añadido a sus predilecciones los infomerciales de medicinas maravilla. Mi cuarto no ha cambiado, pero huele diferente y algunos cajones han sido ocupados por ropa que no es mía.

A pesar de que me alimento, de cierto modo, con la fuga y los diálogos internos (que solo se tienen cuando uno se acostumbra a andar solo), he disfrutado muchísimo el calorcito que genera tener quién espere tu llegada. En este caso, es doble calidez pues ahora tengo dos casas, dos amores. Me vuelvo a Nueva York con el corazón iluminado y el estómago lleno y solo el tín de nostalgia que me obliga escribir estas letras.

Me han dicho que me veo distinta. Yo creo que no ha pasado el suficiente tiempo para cambiar mas allá del par de kilos que he ganado. Me han dicho que me veo feliz. No se si la sonrisa en mi cara ha venido del hecho de visitar mi ciudad y ver a mis amigos y a mis padres o el hecho de que soy feliz allá o, tal vez, de la certeza que tengo de que la próxima visita será sólo en unas cuantas semanas.

Al final, todo es lo mismo y se siente diferente. Ya no tengo el corazón roto, solo quedan los resabios de lo feliz que fui y, que ahora, se trasforman poco a poco en un sentimiento que no puedo describir. Qué bien haber sido obligada a volver tan pronto. Qué bien que haya sido por sólo unos pocos días. Qué bien el whisky japonés que le han dado un sabor distintamente familiar a las tardes de viernes. Y qué bien saber que Nueva York me espera con el árbol de navidad ya encendido...

- Posted using BlogPress from my iPad

No hay comentarios: