He caminado y caminado y extrañado por adelantado. He vuelto a caminar y he empezado a descubrir y me he emocionado tímidamente. He sudado (de la manera menos sexy o placentera o benefica) caminando y sentada y parada. Me he preocupado, me he dado por vencida. Me he detenido por unos minutos y he vuelto a comenzar.
He comprado la máxima cantidad posible de regalos: la unica forma que tengo (en mi infinita discapacidad emocional) de bañar de amor a los que quiero. Le comprado un regalo por cada mes que lleva este año maravilloso, no como despedida... No como despedida.
He caminado y luego me he tomado pausas para comer helado de yogur y citar en mi mente a Alicia Alonso: "aren't beauty and passion for life better to fight for than war?". Me he tomado una pausa para aplaudirle de pie a una Alicia Alonso ciega y añosa y completamente admirable.
He pasado la tarde en el Metropolitan Opera House y he caminado al Village hambrienta y cansada para cenar con una vieja amiga. He sentido, de una manera no poco extraña, que todo va a estar bien.
He caminado mas de lo que había caminado en todo el año. Me he comprado unos zapatos que prometen hacerme el culo como de JLo si camino con ellos (mas vale aprovechar/se vale soñar). Me he comprado, además, unos tacones. LOS tacones.
He comido en Vietnam, desayunado en Peru y cenado en Sicilia. He bebido XXLaguer tras una premier llena de paisanos y he visto pasar las copas de Moët peligrosamente cerca. He recordado por qué me gusta Café Tacuba y lo importante que es no perder la capacidad de asombro y conmoción. He visto el calendario del Midnight Summer Swing del Lincoln Center y me he dado una vuelta por Bryant Park en honor a mi marido.
... En cierto sentido he encontrado lo que vine a buscar: un hogar. La casa, eso es un asunto técnico, poco mas complicado.
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