lunes, mayo 10, 2010

Su nombre es mi maaaaadreeeeee


Hoy por la mañana (madrugada, para mis estándares) recibí un mensaje de felicitación. “Felicidades, mamacita” leía la jocosa comunicación y si, me hizo sonreír. Cierto es que detesto el día de las madres. Entre el tráfico y la compradera y la repetición tortuosa de la canción de Denisse de Calaf, hay algo que simplemente me supera. Entiendo el papel de las madres, los enormes sacrificios, la lucha que deben seguir en una sociedad patriarcal y todo lo demás. Sin embargo, mis locas ideas sobre lo mal que está reproducirse en estos días y el apabullante chantaje emocional del que somos sujetos por todo un mes, cada año le quitan el encanto… por lo menos para mí.

Para mi buena suerte, el festejo maternal en mi familia es sólo parte de una serie de pretextos para comer en exceso, beber buen vino a costa de mis padres y comprar cositas para regalar (que Dios sabe que me hace muy feliz). El 10 de mayo cae justo en medio de los respectivos onomásticos de mis padres y mi hermana-por-elección. Ciertamente es un mes que deja estragos en mi peso y mi cartera, pero también es un mes que me permite llenar de mensajes de amor a mis seres más queridos. Lo del día de las mamás es simplemente accesorio.

Mi madre es una figura un tanto conflictiva para mí. La adoro con todo mi corazón y soy el resultado (exitoso?) de sus múltiples experimentos. Me gusta pasar tiempo con ella, pero cierto es que la convivencia debe darse en dosis exactas y poco frecuentes para evitar cualquier tipo de violencia. Aún así, y sólo por ser el último 10 de mayo que pasaré como “niña de familia”, he decidido homenajear las enseñanzas que, de mi madre, me llevo muy presentes y por siempre en mi corazón:

1. Miente sobre la edad. Mi madre siempre dice que tiene 3-5 años más de los que tiene. Así es, a diferencia de muchas mujeres, mi madre se AUMENTA años. La razón? Dice que así la gente siempre le va a decir que se ve más joven. A mi me parece sencillamente genial.

2. No importa qué tan inteligente, capaz, culta o exitosa sea una mujer, los talones partidos son simplemente asquerosos. Si algo caracteriza a mi madre es el empeño que pone en su cuidado personal (y las cantidades de dinero que puede llegar a gastar en ello). No es cosa de que sea obsesiva del ejercicio o que sólo coma lechuga. Es algo más allá. Es el gusto femeninísimo por las cremitas, el maquillaje, los perfumes y los encajes. Si yo huelo bien y me veo mas o menos presentable es por su influencia.

3. La sabiduría y la cultura no se encuentran necesariamente en los libros. Mi madre lee novelas históricas y reportajes sobre viajes y culturas lejanas. Mi madre sabe cómo se llaman todos los personajes históricos importantes, las capitales de las islas más extrañas y cómo se saluda en Brunei. También sabe cocinar, coser y quitar las manchas más testarudas. Sabe que la miel deja las manos más suaves que cualquier crema de La Mer y que Pertegaz le hizo el vestido de bodas a Doña Letizia, cuando se casó con el príncipe de España. Sabe quién es Janet Napolitano, que hay crisis en Grecia y que en Costa Rica acaba de ganar una mujer para la presidencia. Si yo tengo algo de curiosidad por las pequeñas y grandes cosas del mundo, si creo en Allure como creo en el Diccionario Panhispánico de Dudas, si se de Balenciaga como se de Morgentau es gracias a mi madre.

4. Qué importa. Mi madre no tiene juicio de realidad. Usa el vestido que se le antoje con los zapatos que le gustan y lleva el pelo del humor con el que se levantó ese día. Mi madre ha sido rubia, pelirroja y pelivioleta. Ha llevado el pelo rizado (a la Amanda Miguel) y lacio y corto (como Meryl Strip en The Devil Wares Prada). Usa joyas en exceso y se le ven bien. Usa bolsas increíblemente caras para ir al super y luego lleva su clutch comprada en un mercado de pulgas a una fiesta. Mi madre me ha enseñado a expresar mis opiniones, a ser individual. Mis ideas locas, mis comentarios políticamente incorrectos, mi estilo extraño y poco “a la moda” y mis experimentos anuales son, un poco, mi forma de rendir homenaje a la mujer más individual que conozco. Empiezo a entender su punto: la mujer más guapa es la que se siente à l’aise con ella misma.

5. Cásate con un buen hombre. No es secreto que mi padre para mí es todo. Es la mejor persona, el mejor marido, el mejor padre que yo alguna vez podré conocer. Si yo pudiera pedirle un deseo a la vida (algo que esté fuera de mi control) es encontrarme a alguien como mi padre para que me acompañe unos buenos años. Mi madre fue lo suficientemente astuta como para saber que, aunque pobre y… poco agraciado, mi padre sería una gran pareja. De todo, creo que supo reconocer que siempre la tendría muerta de la risa (y que la risa es el mejor cosmético). Espero ser igualmente astuta si es que alguna vez llega el momento. Mientras tanto, nunca podré terminar de agradecerle su extraordinario tino para elegir marido y, por supuesto, el extraordinario padre que me ha regalado.

Y, para terminar, dos frases geniales: “Mira, m’ijita, yo no se hablar inglés, pero eso no importa mientras sepas que, al ver letreros en inglés, donde dice SALE yo entro”. “Que los niños te ven los calzones y no te gusta, nena? Fácil!! No te pongas.”

Gracias, madre mía.

2 comentarios:

sjleyg dijo...

Felicitaciones dobles (por hoy y por el cumpleaños) a Doña Nenita!!!
Dado que estamos en el mes de la madre, trabajemos juntas en un update a las frases de las mamás...mira que mi mamá se ha aventado unas bárbaras en mis primeros 2 años del ph.d. jeje
Abrazos!

Nilbia dijo...

So CUTE (L)!!! felicidades atrasadas a tu mamá, a ti, y a don nenito, mi favorito de la familia, ay perdón pero síiii

(tu blog me daña los ojos con el negro de fondo, no sé por qué!)