martes, mayo 04, 2010

The Sound of Music

El fin de semana canté con singular alegría el disco En Eléctrico de Moenia. Es una recopilación de épsitos, ni más ni menos. Sin embargo, es un buen disco por dos razones: son versiones nuevas y, de hecho, trae algunas participaciones interesantes (No Importa que el Sol se Muera trae coros de MariaJosé y Contigo Estaré la cantan a dúo el actual vocalista y Juan Carlos – el fundador). Por otro lado, son buenas canciones. Tan simple como eso.

Tenía rato sin recordar lo mucho que me gusta Moenia. Creo que ya pasó su momento en mi vida, pero se siente re bien escuchar esas canciones que musicalizaron partes importantísimas de mi vida. Déjame Entrar, por ejemplo, me acompañó en la transición de la secundaria a la prepa. No Dices Más me vio enamorarme por primera vez. En Qué Momento? fue la última canción que me aprendí de ellos (el contenido curricular de la carrera y mis intentos suicidas abarcaban todo mi disco duro).

De todas, Manto Estelar es la que me recuerda a una persona en específico. Me transporta, incluso, al lugar exacto donde nos besamos largo y profundo, sin importarnos realmente que fuera un lugar público y bastante poco apropiado para intercambiar fluidos. De esa persona sólo tengo tres recuerdos musicales. Secret Smile, tal vez, sea el más bonito. Pasé muchos años sin siquiera poder escucharla sin sentirme herida. Ahora reconozco que Feeling Strangely Fine es un gran disco y, de éste, Singing in my Sleep es la mejor canción.

Mis recuerdos musicales son los más fuertes y, probablemente, los más gratos. Don Nenito siempre ha sido una gran influencia en este sentido. Mi primer recuerdo es una tonada: bachata Rosa, de Juan Luis Guerra. No recuerdo qué pasaba o con quién estaba, pero estoy segura que la memoria que se encuentra en el lado más profundo es esa. Mucha luz y Bachata Rosa. Y luego me pregunto por qué casi siempre soy feliz?

De mi infancia, todo recuerdo es musical: en mi casa siempre suena música, casi siempre salsa. Hubo una época en la que a mis padres les dio por “la izquierda”. Eso me llevó a crecer con trova para niños mezclada con Los Tigres del Norte. Aun me sé, de principio a fin, La Puerta Negra y Camelia la Tejana. Después aprendí a bailar banda. Y luego los veranos en Cuba que suenan, más bien, a calor y a mar y ruido y tambores y mucha, mucha felicidad. También hubo unos años en los que mi madre gustó de Emmanuel. De eso recuerdo la frase “salió volando por la ventana”… no se por qué. En esa época, recuerdo, mis padres eran asiduos a los conciertos. Ahora, y apenas ahora, hago la conexión: conciertos y Emmanuel.

Y si, Don C me enamoró con las palabras, pero lo que me hizo quedarme tanto tiempo (además de la excelente cama) fue la música. Nunca había conocido nadie así. Su casa estaba llena de libros pero su colección musical era simplemente impresionante. De Mendelssohn a Miley Cirus. Y creo que nunca conoceré a alguien que disfrute un concierto de la Filarmónica de las Américas como él. Y yo nunca disfrutaré unas crepas como las que me invitó después de esas dos horas de Gershwin. De Don C me llevo mucho: mi gusto renovado por Miguel Bosé, de entre todo. Como un Lobo siempre me sabrá a tardes de Loma Verde y lágrimas saladas.

Los “senos de hombre” me transportan al estacionamiento de mi preparatoria, pero esos años siempre me traerán la tonada de La Regolla de vuelta, con todo y su sofisticada coreografía. Probablemente esa sea la única canción que recuerde de mis últimos años de adolecente (y, para ser completamente honesta, un poco de Fernando Delgadillo). Y no es porque no hubiera escuchado música en aquel periodo, sino porque mi memoria musical es selectiva: al final sólo queda lo que importa, lo que marca. La Regolla permanece porque el Muégano me importa y me marcó y me trajo pura cosa linda.

Después vinieron 4 años de silencio, si acaso interrumpido por los sonidos de Queer as Folk que aun ahora me provocan el reflejo involuntario de hacer cientos de pliés. Extraño It’s raining Men y la coreografía que nunca me aprendí. Fueron años de escuchar mucho radio, para no escuchar mis propios pensamientos, mis instintos suicidas. Mucha música del mundo, mucho Jamie Cullum. Y después 6 meses de nieve y música ochentera (de esa que sólo suena bien acompañada con cerveza) y mañanas claras y Flowers in the Window. De esos días no extraño nada, pero los extraño a todos.

De los últimos tres años sobran canciones y momentos. Tal vez una por semana: Tu amor me hace Bien en una calle de Les Halles, Michael Jackson en Londres, Coeur de Pirate a mi regreso de Grecia. Metric cuando me dijeron que no, Gaga cuando me dijeron que si. Pausa. Mar. Reguetón. El Mareo de madrugada y a la orilla del mar. Charlie y el estupor y las tardes delilciosas al sur, muy al sur. The XX, The Bird and the Bee, Cheated Hearts. Y cada semana un concierto: Mahler, Marc Anthony, Madonna, Miguel Bosé, Metallica, Café Tacuba, Killers, Franz Ferdinand, Juan Luis Guerra. Yann Tiersen y Diana Krall. Dos más: Cerati, la misma compañía, el mismo lugar, 10 años después. Los Yeahs y una herida que aún no cierra.

La música siempre me toca, más que cualquier otra cosa. La música siempre genera mis memorias más poderosas. Me pregunto… qué recuerdos musicales me van a traer los próximos dos meses? Y cuál va a ser el soundtrack de los dos años que vienen? Please, Don’t Stop the Music…

3 comentarios:

iL PrimI dijo...

SUUUPER SUUUPER SUUUPER ENTRADA EN TU BLOGTZ.
MIRA QUE JUSTAMENTE HICISTE LO QUE HA ESTADO GIRANDO EN MI MENTE BAJO EL TITULO DE MIS MUSAS MUSICALES.
AAAYYY ME CAES MAL AHORA TENDRE QUE ESPERAR PARA PONER ESTO EN MI BLOG NO BLOG.
PLASMAS INCREIBLEMENTE EL SENTIMIENTO QUE SE GENERA CON ALGUNAS CANCIONES EN MI CASO "FLIGHTLESS BIRD".
Escuchala y me das tu opinion.

SOY TU FAAAAANSSSS

Michelle dijo...

Yo sé que probablemente no era lo que buscabas cuando escribiste este post pero me causó gran impacto cuando dijiste que por años te sentiste lastimada al escuchar una canción, por la memoria a la que te llevaba. ¿Alguna vez pudiste desligarla? Digo, ¿ahora puedes disfrutar la canción?

Di dijo...

Es una pequeña tragedia, la única forma en la que los recuerdos dejan de doler es cuando se diluyen un poco. Lo bueno es que siempre habrá nuevas memorias y nuevas canciones.

Nunca la desligué de la persona, pero me han dado la oportunidad de desligarla de la herida.