O sea no. Perdonen ustedes, mis queridos lectores (ustedes 4), pero tengo que sacar esta pena que me embarga. Es que simplemente no lo puedo superar: ahora resulta que en el siglo XIX el icónico Juan del Diablo es interpretado por el naco y ultra goldísimo Eduardo Yañez. Aracely Arámbula con peluca roja comprada en el mercado de Coyoacán (con todo y su Luismi-engendrito) no le llega ni a los talones a Ana Colchero… y el tema. Ay el tema!! Perdón, amable público, pero simplemente no se puede llamar Corazón Salvaje si el tema principal no lo canta Mijares y empieza con violincitos noventeros.
Claramente no tengo ni ánimos ni tiempo para sentarme a ver ese intento de “comedia” (como dicen las señoras cincuentonas). Pero cada que pasan el respectivo comercial se me revuelve el estómago. Me da como, no se, nostalgia. Nostalgia de la infinita guapura de Eduardo Palomo y el corito de la canción. La tragedia de Corazón Salvaje Reloaded junto con las Pizzerolas Retro que se encuentran sólo con mucho esfuerzo, la semana de Sesame Street de Google y los #lunesnoventeros de twitter me han obligado a visitar el pasado con suma frecuencia en los días pasados.
Y si, recuerdo con muchísimo cariño mis días de pelo lacio, tiendas de importaciones y Juan Luis Guerra. También extraño las fumadas clandestinas en el Castillito del Ajusco y los gritos de “Ahí viene Carmona” por toda la calle de Francia. Extraño a Magneto, las uñas azules de Fey, al perro parlante de MariMar, a Beavis & Butthead y Celebrity Deadmatch. Desde aquí se ven tanto más brillantes los días de paseo en el Barbie-móvil cantando “los senos de hombre”, las aguas locas en Taxqueña… el “hoooooy se murió”. Incluso, en retrospectiva, extraño las sesiones de estudio en la Condesa, los papers express me-voy-en-vivo-cigarro-café, los seminarios, las clases de métodos cuantitativos en inglés neoyorkino. Nunca olvidaré los seis meses en la Tundra y, por supuesto, sigo extrañando muchísimo a las Chachalacas.
Que si todo tiempo pasado fue mejor? Sin duda. ¿Qué tanto mejor? Eso depende de qué tanto se haga hoy. Sólo eso queda. Aún no me queda claro si eso equivale a ver el vaso medio vacío o a medio llenar. Sólo sé que estamos hechos de planes y recuerdos (y tazos y brinquitos y el producto químico que hacía que los pepsi-lindros cambiaran de color). Y que ni mis planes ni mis recuerdos se hicieron solos. Gracias, contribuyentes. Gracias por todo.
Claramente no tengo ni ánimos ni tiempo para sentarme a ver ese intento de “comedia” (como dicen las señoras cincuentonas). Pero cada que pasan el respectivo comercial se me revuelve el estómago. Me da como, no se, nostalgia. Nostalgia de la infinita guapura de Eduardo Palomo y el corito de la canción. La tragedia de Corazón Salvaje Reloaded junto con las Pizzerolas Retro que se encuentran sólo con mucho esfuerzo, la semana de Sesame Street de Google y los #lunesnoventeros de twitter me han obligado a visitar el pasado con suma frecuencia en los días pasados.
Y si, recuerdo con muchísimo cariño mis días de pelo lacio, tiendas de importaciones y Juan Luis Guerra. También extraño las fumadas clandestinas en el Castillito del Ajusco y los gritos de “Ahí viene Carmona” por toda la calle de Francia. Extraño a Magneto, las uñas azules de Fey, al perro parlante de MariMar, a Beavis & Butthead y Celebrity Deadmatch. Desde aquí se ven tanto más brillantes los días de paseo en el Barbie-móvil cantando “los senos de hombre”, las aguas locas en Taxqueña… el “hoooooy se murió”. Incluso, en retrospectiva, extraño las sesiones de estudio en la Condesa, los papers express me-voy-en-vivo-cigarro-café, los seminarios, las clases de métodos cuantitativos en inglés neoyorkino. Nunca olvidaré los seis meses en la Tundra y, por supuesto, sigo extrañando muchísimo a las Chachalacas.
Que si todo tiempo pasado fue mejor? Sin duda. ¿Qué tanto mejor? Eso depende de qué tanto se haga hoy. Sólo eso queda. Aún no me queda claro si eso equivale a ver el vaso medio vacío o a medio llenar. Sólo sé que estamos hechos de planes y recuerdos (y tazos y brinquitos y el producto químico que hacía que los pepsi-lindros cambiaran de color). Y que ni mis planes ni mis recuerdos se hicieron solos. Gracias, contribuyentes. Gracias por todo.
2 comentarios:
Nena, tienes razón, yo youtubié la nueva porquería y posteriormente tuve que hacer lo propio con la Única versión que estará por siempre en mi corazón: Juan Del Diablo es Eduardo Palomo, y la Chule tiene cero categoría, pésima.
Todo mal!!
Jajajaja nunk la he visto, pero juro q nomás de leerlas y oirlas, puedo imaginar cuán mala es, me ofusca un poco q sean tan fans de la original, pero ta bn, todos tenemos un guilty pleasure... o muchos jajajaja
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